La celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio, es una jornada de especial significado para la Campaña SI CUIDAS EL PLANETA, COMBATES LA POBREZA, una iniciativa de sensibilización surgida hace dos años bajo la inspiración de la encíclica Laudato si’ con el objetivo de “escuchar el clamor de los pobres y de la tierra”, impulsar la toma de conciencia sobre la necesidad de promover el cuidado de la Creación, y de revertir el cambio climático y la degradación ambiental a través de un cambio de actitudes personales y de políticas globales.
Las entidades que impulsan la Campaña –Cáritas, CEDIS, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES (Red de Entidades para el Desarrollo Solidario)— recuerdan, en el marco de esta celebración, su llamamiento a combatir los efectos del cambio climático y a evitar todas aquellas prácticas y hábitos que ahora mismo promueven ese calentamiento global y cuyos peores impactos recaerán en las próximas décadas sobre las comunidades más empobrecidas del planeta.
Movilización social ante la COP24
Este objetivo es especialmente necesario en un momento en que los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París están en precario dada la eventual retirada del mismo de algunos Gobiernos signatarios, lo que reclama la movilización global de todos los agentes sociales y de la ciudadanía de cara a la próxima celebración en Polonia de la COP24.
El Día Mundial del Medio Ambiente es una ocasión inmejorable para recordar que el clima es un bien común que ha sido alterado en las últimas décadas debido a la gran concentración de gases contaminantes, debidos, sobre todo, a la actividad humana. Este fenómeno se ve potenciado, además, por un patrón de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles, que constituye el núcleo del sistema energético mundial.
La pregunta a la que urge responder es cuánto tiempo nos queda para encontrar soluciones antes de que todo el ecosistema planetario colapse.
Soluciones técnicas
Por ese motivo, la Campaña SI CUIDAS EL PLANETA, COMBATES LA POBREZA defiende unas soluciones técnicas para el cambio climático basadas en el uso de nuevos tipos de energías, que eviten el derroche energético y contrarresten los efectos de las ya utilizadas.
Esto reclama la adopción de medidas como, entre otras, cambiar los combustibles fósiles por energías renovables, promover formas de ahorro de energía, sustituir el transporte privado por otro público que evite las emisiones, construir viviendas y edificios ecológicos, detener la deforestación y regenerar los bosques, cambiar las técnicas agrícolas intensivas por otras respetuosas con el medio, trabajar con los países en su desarrollo para mejorar sin copiar los malos hábitos experimentados hasta ahora, fomentar el uso de las tres erres (reducción, reutilización y reciclaje), y sustituir materiales y procesos contaminantes.
Peores efectos sobre los más vulnerables
El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. No debe olvidarse, además, que los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo y las regiones más vulnerables.
Muchas comunidades pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y cuyos medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas y ciclos naturales, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. Estos países, que son los menos responsables del cambio climático, al emitir menos GEI (gases efecto invernadero) a la atmósfera en su estilo de vida y producción, son también quienes tienen menos recursos para adaptarse a los efectos del calentamiento.
El cambio climático, por otra parte, es responsable de movimientos de población que provocan en quienes se ven obligados a migrar gran incertidumbre e inseguridad ante el futuro de sus vidas y de sus hijos. Es especialmente trágico el aumento de migrantes que huyen de unas condiciones de miseria agravadas por la degradación ambiental, pero que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y carecen, por tanto, de protección alguna.
Sentido de responsabilidad
Las entidades promotoras de la Campaña denunciamos la indiferencia casi generalizada con la que se producen estos dramas de movilidad en distintas partes del mundo, lo que, como señala el papa Francisco en Laudato sí, revela “la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil” (LS 25).
Por todo ello, urge aplicar políticas orientadas a reducir de manera drástica en los próximos años la emisión de dióxido de carbono y de otros gases altamente contaminantes, reemplazando, por ejemplo, la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable. Y si bien en algunos países se han dado avances que comienzan a ser significativos y ha habido algunas inversiones en formas de producción y de transporte más eficientes, estas buenas prácticas están lejos de generalizarse.
Los desafíos del cambio climático y la degradación ambiental siguen siendo muchos. Es tanto lo que queda por hacer, que la Campaña SI CUIDAS EL PLANETA, COMBATES LA POBREZA debe avanzar, tanto para seguir incidiendo en los aspectos básicos de la iniciativa, porque tanto el planeta como las personas más pobres nos siguen instando a mantener la batalla por la sostenibilidad y el cuidado de la Casa común, como para mantener nuestra alianza como instituciones de desarrollo de la Iglesia que peregrina en España para promover el cambio de actitudes propuesto en el Decálogo Verde.
Más información en https://www.enlazateporlajusticia.org
Gabinete de Comunicación de Cáritas Española