Bajo el lema “Frente a la indecente precariedad, trabajo decente, como Dios quiere”, las entidades promotoras de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) –Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica (JEC) y Juventud Obrera Cristiana (JOC)— lanzan un Manifiesto con motivo de la celebración, el 7 de octubre, de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente en el que denuncian “la indecente precariedad que sufre el mundo del trabajo” y urgen “a adoptar las medidas necesarias para conseguir que el Trabajo Decente sea una realidad accesible para todas las personas”.
En el manifiesto, estas entidades recuerdan la apuesta común alcanzada en junio pasado durante la 108ª Conferencia de la Organización Internacional del Trabajo, en la que se celebró su Centenario, “de aprovechar todo el potencial del progreso tecnológico y el crecimiento de la productividad para lograr trabajo decente y desarrollo sostenible, que permitan asegurar la dignidad, la realización personal y una distribución equitativa de los beneficios para todos”.
Efectos de la precariedad laboral
Al mismo tiempo, y en el marco de este 7 de octubre, desde la ITD se pone el foco en los efectos negativos de la precariedad laboral, que se traduce en “vidas truncadas, vulnerables y violentadas de personas explotadas y abusadas por contratos temporales y eventuales, con sueldos que no concuerdan con las horas realizadas, sin seguridad en el puesto de trabajo y sujetos a una flexibilidad que acaba quebrando la dimensión personal de las personas trabajadoras al imposibilitar una verdadera conciliación entre trabajo, familia, descanso, participación social y ocio”.
Como se afirma en el Manifiesto, “seguimos constatando cómo el trabajo está lejos de ser un derecho que garantice la dignidad de la persona, mientras sigue aumentado el número de trabajadores y trabajadoras pobres”.
Testimonio de Alberto
Para poner voz a esta realidad de precariedad y violación de derechos laborales, se recoge el testimonio de Alberto, un joven trabajador que reside en Madrid, quien explica de forma elocuente su experiencia: “Actualmente trabajo 16 horas semanales y cobro 560 euros. La respuesta de mi jefe las veces que le he comentado el tema del salario, de la categoría siempre han sido: “Ahora no es el momento”, “la cosa está muy mal”, “ya ves cómo está la situación, no hace falta que te cuente”, “ahora no hay dinero” […] Encima hay otras personas que insinúan que quizás es que no te esfuerzas lo suficiente, que no has trabajado todo lo que deberías, que tu trabajo no lo es todo para ti y eso lo nota el jefe, que tu currículum no es lo suficientemente amplio, vamos, QUE LA CULPA ES TUYA».
La ITD recuerda las palabras del Papa Francisco cuando denuncia que “la dignidad no nos la da el poder, el dinero, la cultura, ¡no! ¡La dignidad nos la da el trabajo!”. Y un trabajo que sea realmente digno, porque hoy, añade, “tantos sistemas sociales, políticos y económicos han hecho una elección que significa explotar a la persona”.
Propuestas
A la denuncia de esta realidad, las entidades promotoras de la ITD plantean cuatro propuestas concretas:
– El compromiso de todos los poderes públicos en la construcción de un sistema económico, social y laboral justo, fraterno y sostenible que sitúe a la persona en el centro.
– Un trabajo que garantice la dignidad y la justicia, así como el desarrollo integral de la persona, especialmente de aquellas más descartadas y excluidas.
– Un modelo de trabajo que sea fuente de reconocimiento social y personal, a través de la dignificación de los cuidados, con nuevos planteamientos de políticas sociales, de género y educativas en igualdad entre mujeres y hombres, sin olvidar el derecho a una conciliación real de la vida familiar y laboral.
– Y un trabajo que sea realmente para la vida, que se realice en un entorno de seguridad y salud, con condiciones que garanticen la integridad física y psíquica de la persona.
En el Manifiesto, las entidades renuevan su compromiso de acompañamiento de “esta dura realidad social y sus efectos deshumanizadores” y su disposición a “estar alerta para denunciar, desde la ternura, la compasión y el estilo de vida de Jesús de Nazaret, la denigración que está sufriendo la persona y el trabajo”.