En recuerdo a don Daniel Fernández, dos trabajadoras de Cáritas Diocesana de Toledo, Desireé Gómez, y Mari Carmen Fernández, y el voluntario, José María Pinel “Vidal” que trabajaron codo a codo durante años con don Daniel escriben sus recuerdos en homenaje al que fue delegado episcopal de Cáritas.
Hablar de Don Daniel Fernández es “reavivar” las ascuas y cimientos de lo que hoy en día sostiene la actual Cáritas Diocesana de Toledo. Si algo hay que recalcar de él era su cercanía con los más necesitados y su trabajo con los voluntarios que forman parte de Cáritas.
Su compromiso, su trabajo diario y tesón son cualidades que vienen a la cabeza cuando le recordamos.
Siendo párroco de la Parroquia de San Andrés asumió la tarea de ser Delegado de Cáritas Interparroquial de Toledo en los años 80, que estaba ubicada en un edificio que pertenecía a la Parroquia de San Justo. Desde allí se iniciaron las Acogidas Parroquiales que en un principio eran llevadas por un grupo de personas voluntarias -sin apenas formación-, pero con una gran entrega y dedicación por ayudar a las familias más necesitadas de aquella época.
Eran muchas las familias que deseaban ser atendidas por este sacerdote sencillo, pero con un carácter un tanto “cabezota”. Había tanto por hacer que comenzó el laborioso trabajo de actuar, pasando de la asistencia a la promoción. Junto a este equipo tan entregado se unió el trabajo de los profesionales para poder ir creando las Acogidas de las Parroquias.
En esta tarea, D. Daniel se volcó en inculcar la formación en toda la Diócesis de Toledo por lo que, una vez creadas las Acogidas en cada una de las parroquias de Toledo, él mismo se comprometía a impartir su formación espiritual con los nuevos voluntarios. También se dedicó a viajar por cada uno de los pueblos de Toledo para intentar sembrar y crear el actual Equipo de Voluntariado Diocesano de Toledo, cuyos frutos se están hoy recogiendo.
En sus vacaciones se llevaba un cuaderno en el que apuntaba los pueblos de la Diócesis y programaba las visitas anuales para no dejar ninguno sin visitar. En esos viajes conocías a un D. Daniel feliz, relajado, encantado de poder estar y compartir con todos aquellos voluntarios que trabajaban con los más necesitados en los pueblos más alejados. Con esa risa tan particular intentaba llegar a todos y que todos nos sintiéramos unidos en la labor de Cáritas.
A los voluntarios les tenía un aprecio muy especial y ellos también querían a este sacerdote bonachón y con fuerte temperamento que redimía a base de pedir perdón, unión que se ponía de manifiesto con las numerosas excursiones de fin de curso que se realizaban con ellos y a quien se unían los trabajadores de Cáritas Interparroquial, las Hijas de la Caridad, que en aquella época trabajaban en el Albergue “Cardenal González Martín” junto a las personas sin hogar.
D. Daniel puso un gran empeño en trabajar con las personas sin hogar a través del proyecto “RESOMAR” (Reinserción Social del Marginado), que consistía en unos talleres formativos de fontanería, electricidad, carpintería complementado con alfabetización y otras tareas sociales.
Intentaba escuchar a cada uno de ellos e infundirles “consuelos espirituales” pero, sobre todo, intentaba tratarlos de tú a tú. Deseaba ser uno más de ellos y compartir con ellos todo lo que podía. Muchas veces en el Albergue compartía platos y comidas por igual junto a ellos.
D. Daniel, que fue nombrado delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Toledo en 1997, nunca dejaba de trabajar en la Acción Caritativa, siempre vinculado a Cáritas, de ahí que también disfrutara con la obra del Hogar 2.000, que ya comenzaba a crearse en lo que actualmente es.
No solo era sacerdote, sino una persona que disfrutaba de otros placeres como cualquiera. Era un gran forofo del fútbol y fiel seguidor del Atlético del Madrid, afición que comenzó siendo sacerdote de la Parroquia de Añover del Tajo, donde los vecinos de este pueblo le querían mucho. También le gustaba fumarse sus puritos, aunque a más de una persona le molestara este olor intenso a tabaco y humo. Y como no, también era seguidor, siempre que podía mediante TV, de la Vuelta Ciclista a España
D. Daniel fue un gran legado para Cáritas Diocesana de Toledo ya que sin él no se podría entender la semilla que engendró junto a un reducido grupo de amigos, voluntarios y trabajadores, de cuyo fruto está germinando en la actualidad.
Muchas gracias a don Daniel por todo lo que nos ha dado. Gracias por los dones que Dios le dio. Gracias por todo lo que nos ha enseñado agradeciéndole lo que me ha enseñado y deseándole el descanso eterno en la casa del Padre, junto con su madre a la que tan unido estaba. Estamos seguro de que desde el cielo estará trabajado por esta Cáritas de Toledo.
Escrito por:
Desirée Gómez Martín, trabajadora social de Cáritas Diocesana de Toledo
Mari Carmen Fernández Cortina, trabajadora social de Cáritas Diocesana de Toledo
José María Pinel, conocido como Vidal, voluntario de Cáritas Diocesana de Toledo