Queridos voluntarios y trabajadores de Cáritas.
En este número de Ágora de julio-agosto me dirijo a todos vosotros para daros las gracias por vuestra entrega, por vuestra acogida, por vuestro cariño y vuestra oración. Dios ha querido que hayamos vivido un curso pastoral diferente e inesperado, porque como ha dicho el Papa Francisco “la crisis del coronavirus nos ha sorprendido a todos, como una tormenta que descarga de repente, cambiando súbitamente a nivel mundial nuestra vida personal, familiar, laboral y pública”[1]. Esta crisis sin precedentes e imprevisible ha puesto de manifiesto que todos dependemos unos de otros, y que Cáritas tenga más sentido si cabe, al servicio de los más necesitados. Nuestro servicio por los más pobres es ahora esencial.
Con la ayuda de Dios hemos sacado fuerzas en medio de la debilidad para responder a los más necesitados, intentando que la caridad no cerrase. #LaCaridadnoCierra ha sido nuestro lema, ni se ha puesto en cuarentena porque como Iglesia teníamos que salvaguardar la respuesta a las necesidades básicas de las personas especialmente expuestas al COVID-19, como son los mayores, personas sin hogar y familias sin recursos.
En estos meses hemos conocido la grave situación que están atravesando miles de familias, acompañando a casi 15.000 en toda Castilla-La Mancha. Todos los números tienen nombres y apellidos y todos tienen una historia de sufrimiento. Hemos vivido en primera persona la angustia y la desesperación de miles de personas que han llegado a nuestra Cáritas en busca de alivio, no sólo ayuda material y económica, sino de escucha, de acompañamiento, y de ayuda espiritual. Hemos llorado la muerte de familiares y amigos queridos.
También hemos visto cómo los corazones se han abierto al Amor por los hermanos, contando con la enorme respuesta de ciudadanos, empresas, administraciones, asociaciones, que han realizado donaciones a Cáritas. Gracias a todos los que habéis colaborado con Cáritas, compartiendo vuestros bienes con los más pobres. Os necesitamos y os pido que si podéis continuéis ayudándonos.
Aunque estemos en periodo vacacional, ya sabéis que la Caridad no tiene vacaciones, porque siempre tenemos que estar atentos a nuestros hermanos los pobres. Atentos a las personas sin hogar, a los migrantes, a las víctimas de violencia, a las mujeres más vulnerables, a las familias que no tienen vivienda ni trabajo. Nuestros hermanos nos necesitan, y es ahí donde también está Cristo.
Vienen unos meses de mucha incertidumbre porque no sabemos cómo el coronavirus actuará, ni cómo nos seguirá cambiando la vida. Las previsiones no son buenas y tenemos que estar preparados para dar la protección, la ayuda y el acompañamiento a los más pobres, siempre con la oración y con el encuentro de Cristo Eucaristía.
¡Feliz verano! ¡Gracias por vuestra generosidad y entrega!
Javier García-Cabañas
Presidente de Cáritas Castilla-La Mancha
[1] Prólogo del Papa Francisco en el Libro “Dios en la pandemia” de Walter Kasper y George Augustin