“Como Jesucristo, obligados a huir” es el lema de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2020 que se celebra el 27 de septiembre.
Los obispos de la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana, de la Conferencia Episcopal Española, recuerdan, en su mensaje de este año, que la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado trata de poner rostro a las personas vulnerables “rescatándoles de las listas anónimas de cifras”. “Se trata de sensibilizar a la comunidad cristiana que reconoce a Jesús en cada persona obligada a huir. Se trata de sensibilizar a la sociedad española para que asegure los derechos de la dignidad humana a toda persona obligada a desplazarse. Todo lo que trabajemos por ellos y con ellos será poco”.
Este año con la mirada puesta en los llamados desplazados internos. Dentro de esta denominación se incluye a los millones de hombres, mujeres y niños obligados a migrar dentro de sus propios países por diversas causas: emergencias humanitarias, conflictos armados, perturbaciones del clima, violencia generalizada, etc. Como señala, a su vez, el papa Francisco en el Mensaje para esta Jornada, a menudo el drama de estas personas queda invisible, puesto que ocurre dentro de las propias fronteras, a lo que se suma que en este último tiempo su situación se ha visto doblemente agravada por la crisis mundial causada por la pandemia de la COVID-19.
Por otra parte, no solo hay que mirar hacia países con circunstancias sociales extremadamente frágiles, también en nuestro propio territorio hay personas inmigrantes que en cierto sentido se ven «obligadas a huir». Huir del sometimiento y la violencia, como las víctimas de trata con fines de explotación sexual; huir de la precariedad laboral, como el colectivo de empleadas del hogar o los temporeros agrícolas; huir de la intemperie, del olvido, como los menores migrantes o los solicitantes de asilo. En definitiva, Jesús está presente en cada uno de ellos.
Los desplazados internos ofrecen una oportunidad de encuentro con el Señor. Se trata de un reto pastoral al que estamos llamados a responder con los cuatro verbos que señaló el papa en el Mensaje para esta misma Jornada en 2018: acoger, proteger, promover e integrar. A estos cuatro, propone ahora, el Santo Padre, añadir otras seis parejas de verbos, que se corresponden a acciones muy concretas, vinculadas entre sí en una relación de causa-efecto:
Es necesario conocer para comprender. El conocimiento es un paso necesario hacia la comprensión del otro. ¡No son números, sino personas!
Hay que hacerse prójimo para servir. Parece algo obvio, pero a menudo no lo es.
Para reconciliarse se requiere escuchar. Sólo a través de una escucha humilde y atenta podremos llegar a reconciliarnos de verdad.
Para crecer hay que compartir. Aprender a compartir para crecer juntos, sin dejar fuera a nadie.
Se necesita involucrar para promover. Si se quiere realmente promover a las personas a quienes ofrecemos asistencia, tenemos que involucrarlas y hacerlas protagonistas de su propio rescate.
Es indispensable colaborar para construir. «Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir» (1 Co 1,10).
Por otro lado, la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana ha editado unos materiales para preparar esta Jornada, incluido un subsidio litúrgico, que pueden ser muy útiles. A continuación, les señalamos el enlace:
https://conferenciaepiscopal.es/27-de-septiembre-jornada-mundial-del-migrante-y-del-refugiado-2020/
(De la carta enviada a las parroquias del delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Toledo y director del Secretariado Diocesano de Pastoral de Migraciones, don José María Cabrero Abascal)