Entre los muchos mails que llegan al correo electrónico general de Cáritas Diocesana de Toledo entró a mediados de marzo el mail de dos jóvenes venezolanas, Sara y Carla, que preguntaban cómo se les podía ayudar. Con unos cuantos ahorros –no muchos- llegaron a España el 4 de febrero en busca de una vida mejor a la que tenían en su país y con una maleta cargada de recuerdos y muchas ganas de comenzar una vida nueva en España.
Sara y Carla son primas y tienen 27 años. Cuando llegaron a Madrid traían bien preparado como iban a iniciar su vida, se habían informado con los venezolanos que ya viven en España, y sabían cómo estábamos en España. Navegando por internet vieron “el costo” de los alquileres, descargándose aplicaciones de móvil para facilitarles el hallar una vivienda.
Sin embargo, enseguida se dieron cuenta de que la vida en Madrid es “costosa”, y que con el “costo”, como señala Sara, de los pisos en la capital de España con el presupuesto no iba a ser posible vivir en la gran ciudad, por lo que habría que buscar otra opción. Los días pasaban y los ahorros también van descendiendo, pues aunque reconocen que intentan vivir con lo mínimo, hay gastos que cubrir, “y la preocupación y la angustia poco a poco invaden tus pensamientos”.
Buscando por internet el precio de habitaciones para poder vivir las dos encontraron una en un pueblo de la comarca de La Sagra que linda con la Comunidad de Madrid, a media hora de la capital. En este pequeño pueblo, tranquilo y muy alejado de la vida que Sara y Carla hubieran tenido en Madrid, llegan a vivir las dos primas poco antes de que comenzaron el estado de alarma que nos paraliza a todos. Reconocen que la habitación es pequeña para las dos, pero pueden estar dignamente con lo básico.
Al poco de llegar al pueblo empezaron a trabajar como empleadas del hogar en algunas casas, y de esta manera podían pagar la habitación. Lo poco que ganaron en este tiempo y los ahorros que les quedaban se lo llevaron el mes de alquiler y la fianza. Aunque fuera con dificultad y con trabajo podrían ir pagándose la habitación y sus gastos de alimentación. Pero comenzó la crisis del coronavirus y todo se torció; sin trabajo y sin poder pagar el alquiler. El mundo se paró. Los proyectos de futuro se quedaron en proyectos sin saber ni cómo ni para cuándo.
El poco dinero que tenían se les estaba acabando y la situación cada vez era más delicada, por lo se ven en la necesidad “imperiosa” –así lo indican- de solicitar ayuda a Cáritas. En este mail, que llega por la página web, cuentan su situación y con la confianza de que se les daría ayuda. Sara comenta “que nos atendieron de forma amable y receptiva”, ayudándonos en el pago del alquiler de la habitación y las necesidades básicas, “haciendo que en estos momentos tan complicados para todos pudiéramos tener un poco de tranquilidad”.
El estado de confinamiento truncó sus ilusiones y sus esperanzas por empezar a caminar en España, encerradas entre cuatro paredes. Su juventud, su disposición y sus ganas por salir adelante harán posible que en cuanto todo se pueda normalizar Sara y Carla puedan cumplir su sueño en España, “de encontrar un mejor futuro y mejor calidad de vida aunque actualmente se nos está haciendo cuesta arriba”, concluye.
Por Mónica Moreno, responsable de Comunicación de Cáritas Diocesana de Toledo