Cáritas Diocesana de Toledo celebra hoy la Solemnidad del Corpus Christi, Día de la Caridad. El equipo directivo, trabajadores, voluntarios y familias acompañadas por Cáritas han participado hoy en la Solemne Eucaristía, presidida por el arzobispo de Toledo, don Braulio Rodríguez, en la Catedral Primada.
El delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Toledo, don José María Cabrero, ha recordado el mensaje de los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social con motivo de la celebración de la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad.
“La Solemnidad del Corpus Christi – escriben los Obispos españoles en el Mensaje – nos invita a contemplar y celebrar el gran don de la presencia real de Cristo vivo entre nosotros en su cuerpo entregado y en su sangre derramada para la vida del mundo. De manera muy especial, es una llamada a entrar en el misterio de la Eucaristía para configurarnos con él”.
A la luz de este misterio de amor renovador, liberador y transformador, que es la Eucaristía, precisan los Prelados, invitamos a todos los cristianos, en particular a cuantos trabajáis en la acción caritativa y social, a un compromiso que sea liberador, que contribuya a mejorar el mundo y que impulse a todos los bautizados a vivir la caridad en la relación con los hermanos y en la transformación de las estructuras sociales.
Por su parte don Braulio en la homilía ha manifestado que “la Caridad de Cristo se extiende hasta nosotros para que llegue a todos sobre todo a los más pobres, a los que pueden estar necesitados de sentido de orientación, de saber que no se puede vivir sin ser acogidos los unos a los otros porque eso lleva una deficiencia muy grande en la manera de vivir la vida”
“Tras la escucha de las lecturas, que nos ayudan sin duda a la comprensión del significado de esta solemnidad, ¿cuál es, hermanos, la motivación para responder al amor de la entrega de Cristo por cada uno de nosotros? ¿No es suficiente motivo para anunciar a Cristo su amor a cada uno de nosotros, y así evangelizar participando en la tarea de todo cristiano en el apostolado de los hijos de la Iglesia? Ciertamente, si no hemos experimentado nunca la vivencia de haber sido salvado por Él, ¿cómo vamos a llamar amor a lo que surja en nosotros, si no sentimos la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer? “Si no sentimos el intenso amor de comunicarlo, necesitamos detenernos en oración para pedirle que Él vuelva a cautivarnos “(EG, 264)”, ha señalado el prelado.
En la fiesta del Corpus et Sanguinis Christi se da una ocasión propicia para sentir “¡Qué dulce es estar frente a un crucifijo, o delante del Santísimo en esta Custodia, o simplemente ser ante sus ojos! ¡Cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a nuestra existencia y nos lance a comunicar la vida nueva!” (EG, 264) Nuestra adoración, sin embargo, no es adoración estática que busca solo estar bien con el Santísimo, aunque es verdad que es un gozo estar con Él. Si buscáramos solo el bienestar, seríamos discípulos no de Jesucristo, sino de la new age. Y no podríamos decir: “lo que hemos visto y oído es lo que os anunciamos” (1 Jn 1,3). La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en las palabras y acciones de Jesús, leyéndolas con corazón. “Por eso urge –dice el Papa- recobrar un espíritu contemplativo que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás” (EG, ibíd.).
“Son demasiados los cristianos que han perdido el entusiasmo por la misión y el interés por transmitir la fe en nuestra cultura. Y padres y madres, tal vez incluso catequistas, que llegan a olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, y que hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno, que vence al Maligno”.
Además don Braulio ha indicado que “el entusiasmo evangelizador se fundamenta en la convicción de que tenemos un tesoro de vida y de amor, que no engaña, el mensaje que no se puede manipular y que no desilusiona. Es una respuesta que cae en lo más hondo del ser humano y puede sostenerlo y elevarlo. Es además verdad que no se pasa de moda, porque es capaz de penetrar allí donde nada puede llegar: el corazón del hombre y la mujer. Estoy convencido de que nuestra tristeza infinita como seres humanos solo se cura con este amor infinito de Cristo”, ha señalado don Braulio.
Por otra parte ha comentado que “el verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea apostólica. Pero si uno no le descubre presente en el corazón mismo de su entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada en definitiva no convence a nadie”.
Al finalizar la Eucaristía don Braulio ha recibido al equipo directivo de Cáritas, a trabajadores y a familias de Venezuela, que son acompañadas por Cáritas, y residen en Toledo.
Gabinete de Comunicación de Cáritas Diocesana de Toledo