Sí, ¡de Cáritas! Habitualmente lo hacemos de la actualidad política, o de nuestras aficiones lúdicas; también, de nuestras preocupaciones materiales, intelectuales, familiares y, no digamos, de nuestra salud sobre todo si ésta se encuentra más o memos deteriorada… Y está bien: está muy bien y es muy humano hacerlo.
Pero en este artículo que hoy pergueñamos, vamos a hablar – sin ninguna autoridad por nuestra parte, lamentablemente – de Caridad, de esa virtud que junto a la Fe y a la Esperanza, constituye el trío de virtudes teologales que canalizan nuestro devenir cristiano y que consiste (cito textualmente su acepción séptima en la vigésimo tercera edición del DRAE) << en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo>>, definición que eleva en trascendencia a la primera, también en el DRAE: <<actitud solidaria con el sufrimiento ajeno>>.
Pero amar es servir; es darse, salir de uno mismo, desparramarse con los demás y en los demás. (¡Qué fácil escribirlo en una lluviosa tarde de un domingo de noviembre, desde el confortable ambiente de tu acogedor despacho…!).
A lo largo de los siglos los cristianos han ejercido la caridad de múltiples maneras: ahí está el ejemplo heroico de los misioneros, sacerdotes, monjas y un, gracias a Dios, verdadero e irreductible ejército de personas entregadas a ella que pueden ir desde la reina Isabel de Portugal que repartía personalmente sus limosnas a la también reina Isabel de Hungría, tan entregada a los enfermos, lo que la llevó a constituirse en excelente boticaria. Desde el misionero que se juega la vida en las profundidades de una selva ignota, hasta el cooperador que se presta a ayudarlo y que se ve obligado, entre otras cosas, a dormir con una luz encendida para ahuyentar a las serpientes… Desde aquel samaritano que curó al herido y robado por ladrones, hasta el niño que puede donar a los pobres sus regalos de Primera Comunión.
En siglos anteriores (y lo siguen haciendo en la actualidad) las Cofradías religiosas penitenciales y las Órdenes de distintos géneros (Mendicantes, Mercedarios para liberar cautivos, de San Juan de Dios para cuidar enfermos, etc., etc., etc.) canalizaban las aportaciones necesarias y las actividades humanitarias de todo tipo para que alcanzaran a los más necesitados.
Bien; en este siglo nuestro y en el anterior, maravilloso en sus conquistas tecnológicas e intelectuales, a las instituciones de caridad ya existentes, viene a sumarse Cáritas.
¿Y cómo la hace? No vamos a hablar de su estructura administrativa o burocrática, por otra parte imprescindible para su orden y gobierno, vamos a hablar de esos hechos menudos, diarios, entrañables, que se viven entre las paredes de sus establecimientos y, dado el carácter localista de este artículo, nos vamos a referir a su acción en nuestra Talavera de la Reina. Una Talavera que ve como Cáritas abre sus puertas al necesitado en la calle de los Úbedas, 5; en la Portiña del Salvador, 7; en Fernando de Rojas, 1, en el Albergue <<Virgen de Guadalupe>> situado en el Barrio de Patrocinio y en la Casa de la Iglesia, en la Corredera del Cristo.
¿Qué programas desarrollan? El de Acogida e intervención familiar, el de atención a mujeres, o a personas sin hogar; el de comedor, duchas, alimentos, roperos y enseres; el de empleo; o el taller de formación en cocina.
En Cáritas Interparroquial de Talavera de la Reina, se lee en la Memoria de Actividades del año 2015; <<estamos atentos cada día a lo que ocurre en la calle, en nuestras parroquias y parte de la Vicaría para reinventarnos con la finalidad de prestar el apoyo adecuado a las necesidades existentes en la actualidad>>.
Para preguntarnos descarnadamente, dos párrafos más abajo: ¿qué haces con tu hermano?
Cáritas lo acoge, lo escucha, lo atiende; los ayuda en sus dificultades; potencia sus capacidades personales. Y todo ello perfectamente organizado y planificado en Programas: de Acogida, de Mujer e Infancia, de Personas sin hogar, de Servicios de comedor, duchas, alimentos y ropero y con un taller de formación en cocina.
¿Con qué cuenta? Con un voluntariado entregado a una labor que no demuestra más que el dicho evangélico de que <<de la abundancia del corazón habla la boca>> o de aquel otro <<no se ha hecho la luz para ponerla debajo del celemín, sino encima, para que alumbre a toda la casa>>. Un voluntariado, abundancia en su corazón y luz en su entrega, sin el cual no podrían desarrollarse los programas citados; un voluntariado que en el año pasado alcanzó la cifra de doscientos cuarenta y uno. Abogados, psicólogas, con educadores sociales y trabajadoras sociales, profesores, cocineras, auxiliares de distintas tareas y voluntarios, voluntarios, voluntarios…
Y con oraciones, imprescindibles en toda labor eclesial y con aportaciones económicas sustentantes de toda actividad.
¡Reza, aporta tu colaboración económica, tu entrega humana; esos talentos por los que te van a preguntar cuando, en palabras de san Juan de la Cruz, <<al final de la tarde te examinarán en el Amor>>.
Cáritas puede ser uno de los vehículos de nuestros talentos.
Cáritas <<que manifiesta su fe en Jesucristo y en la vida de servicio que nos enseñó, proponiendo con claridad nuestro mensaje: ama y vive la justicia>>.
Un socio de Cáritas de Talavera de Talavera de la Reina