El Jueves Santo, Día del Amor Fraterno, se conmemora la Institución de la Eucaristía como el regalo de Amor y también se conmemora la institución de uno de los Sacramentos de entrega y abandono total al Señor: el Sacramento del Orden Sacerdotal.
La Última Cena que celebra Jesús con sus amigos, signo de comunión y fraternidad, tanto en las palabras de la institución de la Eucaristía como en el gesto del lavatorio de los pies se convierten en el preludio de un concierto: el amor hasta el extremo: la total y plena entrega de la vida.
El Jueves Santo, día en que Jesucristo instituyó la Eucaristía, sacramento de la caridad, y nos dejó su mandamiento nuevo del amor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, es muy propio e indicado para la manifestación de la caridad.
“A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver” (cf.Jn 1,18). Y cada vez que nos hemos inclinado ante las necesidades de los hermanos hemos dado de comer y de beber a Jesús; hemos vestido, ayudado y visitado al Hijo de Dios (cf. Mt 25,40): es decir, hemos tocado la carne de Cristo. (Papa Francisco)
“No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan son quienes aman a Dios” (cf. 1 Jn 3, 16-18; St 2, 14-18) (Papa Francisco. Homilia de la misa de canonización de la Madre Teresa de Calcuta, 4 de septiembre 2016)